La II República española, debido a razones internas y a circunstancias internacionales, se encontró con múltiples obstáculos, a pesar de que con ella se iniciaba una nueva época de libertad, democracia y alternativas políticas reales. Desde el principio tuvo enemigos declarados, como la Iglesia, el Ejército y las oligarquías terratenientes y financieras, pero incluso algunos líderes y organizaciones que habían tenido un papel importante en su instauración terminaron distanciándose de la República como tal.