Una gran mayoría de los responsables económicos y políticos de nuestro país no cree en los beneficios que pueden reportar los avances científicos y tecnológicos. Así lo refleja el continuo establecimiento de controles y barreras que dificultan la actividad investigadora, y que hacen que el desarrollo económico español se apoye en sectores de escaso nivel técnico, como la construcción o el turismo.