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Arturo Condo, Luis Sanz
No importa cuál sea su motivación, cada vez más empresarios y altos ejecutivos latinoamericanos están dando ¿o evaluando dar¿ el salto necesario para convertirse en un ¿inversionista ángel¿. Esto no quiere decir que el perfil del ángel latinoamericano haya alcanzado el grado de desarrollo de sus contrapartes en mercados desarrollados; hasta el día de hoy persiste la imagen del vaquero solitario que busca la próxima mina de oro, armado con poco más que su buen olfato de negocios.
Sin embargo, un grupo de ángeles pioneros en la región está cambiando esa percepción, desarrollando un enfoque más sistemático hacia la inversión ángel que no sólo considera las particularidades de la realidad latinoamericana, sino también algunos de los duros aprendizajes de casi una década de actividad como promotores de nuevos emprendimientos, tanto exitosos como fallidos. A partir de sus experiencias y testimonios, los autores esbozan una guía inicial para todos aquellos interesados en incursionar, en América Latina, en esta apasionante pero arriesgada manera de hacer dinero.
Primero que nada, todo aquel que se inicia en la inversión ángel debe combinar adecuadamente tres principios básicos, centrados en una serie de características de inteligencia racional y emocional: definir con claridad los objetivos al momento de invertir, saber identificar al emprendedor adecuado, y prever desde el principio una estrategia de salida de la inversión. Sin embargo, como demuestran las experiencias analizadas en este artículo, el camino para convertirse en ángel no es tan simple como disponer de recursos técnicos y financieros. Requiere disciplina, humildad para aceptar los errores y aprender de ellos, y sobre todo flexibilidad para cambiar las estrategias y adaptarse, en un entorno de emprendimiento precario como el latinoamericano.
