En entornos competitivos los activos intangibles adquieren gran importancia. La imagen de la empresa, entendida como representación mental que influye en los comportamientos, debe ser convenientemente dirigida desde el interior a partir de dos elementos clave, la identidad y la comunicación. La importancia de esta variable se ha dejado sentir particularmente en el sector de las telecomunicaciones. A este respecto, los operadores de comunicaciones móviles no han sido ajenos a los cambios del entorno y han abandonado su orientación a la tecnología para instaurar nuevos valores, en los que prima el acercamiento al cliente y el establecimiento de relaciones, basadas en la confianza y en una buena imagen.