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Eric McNulty
Es la época más ajetreada para los talleres del Polo Norte. La producción está a toda máquina y los duendes están trabajando horas extra en su carrera para la Navidad. Pero un aumento repentino en la demanda de un juguete podría dejar a niños de todo el mundo decepcionados en la mañana de Navidad, sin importar si han sido buenos o malos. Al mismo tiempo, la popularidad de otro juguete amenaza con desplomarse, dejando a Santa y a sus duendes con la perspectiva de millones de unidades en las bodegas sin que nadie las desee. Ésta es la tercera vez, en tres años, que los duendes de Santa han sido sorprendidos por un repentino aumento en la popularidad de un juguete. A comienzos de temporada, justo un mes atrás, habría sido posible encontrar capacidad para producirlo, pero ahora todas las líneas de producción están ocupadas. ¿Oh, solía ser tan sencillo¿, se queja Santa. ¿Bloques de madera, un tren, una muñeca¿ Ahora tenemos más de un millón de SKU¿ Las tendencias atraviesan océanos casi instantáneamente. Le he pedido a los duendes que vayan más allá de informar sobre el comportamiento de los niños y comiencen a informar sobre las tendencias. He invertido en software. Pero aun así no puedo dejar de pensar que uno de estos días no seremos capaces de cumplir¿. Santa y su equipo están determinados a no decepcionar a los niños. El Polo Norte debe encontrar una forma de mejorar su respuesta a los cambios en la demanda. ¿Debería Santa invertir en una mejor capacidad de hacer pronósticos? ¿O la respuesta se encuentra en una cadena de suministro más flexible? Comentan este estudio de caso ficticio M. Eric Johnson, director del Glassmeyer/McNamee Center for Digital Strategies, de Tuck School of Business de Dartmouth University; Horst Brandstätter, dueño de Playmobil; Warren Hausman, profesor de gestión de operaciones en Stanford University; y Anne Omrod, CEO de la empresa consultora John Galt Solutions
