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Nicholas G. Carr
A medida que la tecnología de la información se vuelve más poderosa y omnipresente, cada vez más las empresas la consideran un elemento clave para su éxito. Un claro reflejo de ello es la fuerte inversión en hardware y software. Los ejecutivos siempre hablan del valor estratégico de la TI y de cómo pueden aplicarla para lograr una ventaja competitiva. Pero lo que hace que un recurso de negocios sea algo realmente estratégico que permite a las empresas obtener ventajas competitivas es la escasez, y no la omnipresencia. Sólo se aventaja a los rivales al hacer algo que ellos no pueden hacer.
La TI es la última de una serie de tecnologías ampliamente adoptadas ¿piense en el ferrocarril o en el generador eléctrico¿ que han transformado la industria en los dos últimos siglos. Por un breve período, mientras se incorporaban al comercio, estas tecnologías crearon vastas oportunidades para las empresas a la vanguardia. Pero a medida que su disponibilidad aumentaba y sus costos bajaban, estas innovaciones se ¿comoditizaron¿. Desde un punto de vista estratégico se tornaron invisibles; perdieron importancia. Exactamente lo mismo ocurre con la TI, y las implicaciones son profundas.
En este artículo de 2003, el ex editor de HBR, Nicholas Carr, sugiere que la gestión de TI debería dejar atrás el glamour y enfocarse en reducir riesgos, en lugar de perseguir oportunidades. Por ejemplo, las empresas deberían prestar más atención a asegurar las redes y proteger los datos. Aún más importante, deberían gestionar con mayor dinamismo los costos de TI.
La TI tal vez no ayude a obtener una ventaja competitiva, pero fácilmente puede generar una desventaja en costos. Si, como muchos ejecutivos, usted resolvió adoptar una postura más conservadora ante la TI, entonces invertir con sobriedad y pensar con pragmatismo lo pondrán en el rumbo correcto. El desafío será mantener la disciplina una vez que la economía retome su fuerza.
