En este artículo las autoras exploran algunas de las implicaciones personales y organizativas que supone satisfacer las nuevas demandas de mayor transparencia y rendición de cuentas en la ayuda al desarrollo. Ello exige cambios en las relaciones entre los diferentes actores del sistema de desarrollo internacional. La primera parte del trabajo se centra en cómo se conciben y comportan mutuamente los grupos de personas, es decir, en la dimensión "personal" de la construcción de la relación. En este sentido, se observa el papel que puede desempeñar el agente de desarrollo individual para apoyar el cambio de las relaciones que exige la nueva agenda del desarrollo. En la segunda parte se examina cómo están conectadas las personas a través de sus organizaciones, así como los mecanismos institucionales que puedan obstaculizar el desarrollo de unas relaciones de calidad, y también cómo éstas pueden transformarse para satisfacer mejor las necesidades de la nueva agenda de reducción de la pobreza.