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Enrique de Figueredo, cuyo testamento y codicilo aquí se publican, fue una persona de gran confianza de Pedro Girón, maestre de la Orden de Calatrava y fundador del condado de Ureña y del señorío de Osuna. Fue nombrado albacea testamentario y tutor de sus hijos -Alfonso, Rodrigo y Juan- y en calidad de tal actuó junto a Juan Pacheco, marqués de Villena. Su vida corrió paralela a la de estos grandes y conflictivos personajes del reinado de Juan II y Enrique IV. Tras dar cuenta de sus obligaciones, dispuso el reparto de sus bienes entre sus herederos y pasó sus últimos cuatro años en el monasterio de S. Jerónimo de Valparaíso de Córdoba, donde dispuso su enterramiento y a cuyo prior nombró como albacea. Desde 1462 fue canciller de Pedro Girón y de su hijo Rodrigo Téllez Girón, ambos maestres de la Orden de Calatrava.
