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Ángel José Sánchez Navarro 
Los avances tecnológicos permiten, por vez primera en la Historia de la Humanidad, atisbar la posibilidad de que todos los miembros de una sociedad, con independencia de su número, puedan ser directamente consultados y puedan expresar su voluntad sin necesidad de la mediación representativa, de manera que quizá pueda pensarse en la aparición de una tendencia teórica y práctica de la política que no sólo viene a poner en cuestión el esquema [democrático] representativo, sino que además elabora una formulación [alternativa] que aparentemente se adecua a las circunstancias de nuestro momento histórico, dotándola de capacidad para encontrar el apoyo de los sectores sociales que, por una u otra razón, consideran inadecuado el funcionamiento de las democracias parlamentarias.
Sin embargo, la denominada teledemocracia, es decir, la pretendida autentificación de la democracia mediante la utilización de los avances tecnológicos, no parece una alternativa válida ni viable al régimen representativo propio de las democracias contemporáneas.
El propósito de estas páginas, es aplicar esas consideraciones al proceso electoral tal y como está regulado actualmente en España por la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General. De este modo, será posible dar un paso más y apuntar algunas de las ventajas que puede aportar de manera inmediata la aplicación de las nuevas posibilidades tecnológicas al mismo, pero teniendo siempre muy en cuenta sus evidentes límites y las cautelas necesarias para la funcionalidad global del sistema.
