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La Cumbre Iberoamericana de Salamanca no fue una reunión más. Sentó las bases de un compromiso eficaz para atenuar las desigualdades, combatir la miseria y la pobreza, perfeccionar el Estado de Derecho y consolidar las instituciones Iberoamericanas. La Comunidad Iberoamericana se comprometió con el derecho internacional y con el multilateralismo eficaz, incluido el apoyo a las Naciones Unidas. Esta cumbre sirvió, además, para afianzar las relaciones entre Iberoamérica y la Unión Europea, que, a diferencia de Estados Unidos, se acerca a los procesos de cambio que se están produciendo en numerosos países latinoamericanos, con respeto, espíritu de cooperación y voluntad de favorecer el desarrollo y la integración de los excluidos.
