El devenir humano en la Región Mediterránea ha estado marcado a lo largo de la historia por dos modelos antagónicos: el conflicto y la cooperación. En los cuatro siglos que median entre el choque de Lepanto (1571) y la Declaración de Barcelona (1995), se aprecia un cambio cualitativo, presidido por la voluntad de construir juntos el futuro y sustituir esquemas de imposición por otros de cooperación.