Los procesos inmigratorios hacia España hay que considerarlos dentro de la complejidad que supone la globalización y la nueva división internacional del trabajó que es lo que provoca los desplazamientos masivos de población.
La inmigración favorece el reemplazo generacional, atenuando los efectos del envejecimiento y la caída de la natalidad de la población autóctona, dado que las tasas de natalidad de la población extranjera son superiores, por lo que se puede considerar la inmigración como una alternativa demográfica a corto y medio plazo, pero dejará de serlo en una perspectiva temporal más amplia.
El mercado laboral español está experimentando un desfase entre oferta y demanda. Hay nichos laborales que no se cubren por la población autóctona, a pesar de los índices de paro existentes, y que son cubiertos por población extranjera. Por tanto, la inmigración está siendo también una alternativa laboral para determinadas ocupaciones y oficios.