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Nicolás Carrasco García
En la primera mitad de 2000, los precios continuaron la evolución alcista que habían mantenido a lo largo del pasado ejercicio y en junio situaron su tasa de variación interanual en el 3,4 por 100, medio punto más que en el pasado diciembre. Los principales responsables de esta aceleración fueron los precios energéticos, como consecuencia de la continuación de la escalada de las cotizaciones del crudo y, en menor medida, los alimentos sin elaborar. No obstante, lo que resulta más preocupante de la actual situación inflacionista es la tendencia alcista de los componentes más estables, los servicios y los bienes industriales no energéticos, cuyo agregado ha aumentado en medio punto su tasa de avance anual en dicho período. En el segundo semestre, las perspectivas apuntan sin embargo, hacia una evolución descendente de la inflación propiciada por la esperada desaceleración de los elementos volátiles.
