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Rafael Ordovás Blasco
En el artículo se parte del supuesto de que el desempleo incide con muy diversa intensidad y gravedad sobre los distintos tipos de jóvenes, caracterizados en este caso por su diferente nivel educativo. Por ello se estima que las políticas a aplicar han de ser diferentes y acordes con la naturaleza de los déficits educativos.
En relación a los titulados universitarios y de enseñanzas medias, se afirma que la influencia del desempleo no es excesivamente grave y que las dificultades de empleo pueden atenuarse mediante un abanico de medidas que no exige necesariamente la reforma da su formación inicial que, aun con sus deficiencias, proporciona una educación de base que es positivamente valorada en el mercado, aunque no vaya acompañada de la adecuada especialización.
De los restantes jóvenes, en cambio, se argumenta que, precisamente por carecer de una adecuada formación de base, tienen graves dificultades para encontrar empleo y no pueden beneficiarse de las oportunidades de los mercados formativos, por lo que tampoco pueden obtener una especialización con valor de mercado. En esta caso no caben soluciones del tipo de las planteadas para los titulados universitarios y de enseñanzas medias, pero tampoco se considera suficiente una mejora de los sistemas da formación inicial, sino que es preciso diseñar programas especiales de educación, formación y empleo, bajo la corresponsabilidad de diversas instituciones debidamente coordinadas y ligadas a políticas de desarrollo económico concretas.
