José Francisco Escudero Moratalla, Alex Fradera Vilalta
Aunque no lo sepamos, todos llevamos un ciudadano romano dentro: el disfrute de la naturaleza, el gusto por la buena vida, la zozobra del arte y la creación, la pasión por la existencia, son rasgos comunes a la mayoría de nosotros. Así, la comprensión del derecho romano como instrumento social y cultural y su influencia en nuestro lenguaje jurídico moderno, implica la necesidad de conocer, aunque sea de modo tangencial, el significado de parte de sus términos e instituciones. Comprender el derecho clásico es un bálsamo, nos permite acceder con más claridad al entendimiento de las cosas. Y el/la buen/a jurista, como elemento esencial del organigrama procedimental tiene que conocer el verdadero alcance de los términos. Y hoy, para liderar, siempre debe haber una frase «simple», un pensamiento, para un momento «importante». La dificultad es descubrirla, tenerla a mano, encontrar la oportunidad para formularla, y emitirla. Asimismo, siempre hay un clásico para un momento. Ellos condensan días y noches, lunas, soles y estrellas que han iluminado el devenir cotidiano del ser humano acompañándolo en sus desdichas, en sus revelaciones, en sus luchas, en sus miserias. Y más que nada en sus finitudes… Porque siempre hay un clásico agazapado al final del camino, al lado del sentimiento roto, de la experiencia padecida, de la decepción angustiada… Allí está, esperándote para remontar el vuelo, para seguir la senda, para orientar el paso diario… para ayudarnos a ser personas… y fundamentalmente, para modelar el respeto y la atención.