Alejandro Rodiles
Este artículo analiza la participación de México en el Consejo de Seguridad (CS) de las Naciones Unidas durante el bienio 2021-2022, desde la perspectiva de los miembros electos que, de cara a los cinco permanentes, enfrentan limitaciones legales y políticas. No obstante, los miembros no permanentes tienen diversos medios institucionales a su alcance, formales e informales, para influir en el desarrollo de los trabajos y los resultados del CS. El bienio 2021-2022 estuvo marcado por la pandemia de covid-19 y la agresión rusa contra Ucrania. La primera impuso retos a los métodos de trabajo del CS, en tanto que la segunda lo ha llevado a una nueva era de enfriamiento, reflejo de la fragilidad del desorden internacional. El artículo evalúa cómo la delegación de México hizo uso de los medios a su alcance a fin de sortear las dificultades mencionadas y promover las prioridades fijadas por la diplomacia mexicana, así como el interés nacional. En general, el balance de una participación activa y la obtención de logros modestos es positivo.
The article analyses Mexico’s participation in the United Nations Security Council during 2021-2022, from the perspective of elected members that face legal and political constraints vis-à-vis the five permanent ones. However, non-permanent members have a variety of formal and informal ins-titutional means at their disposal to influence the Council’s work and outco-mes. The 2021-2022 biennium was marked by the COVID-19 pandemic and the Russian aggression against Ukraine. While the former challenged the Council’s working methods, the latter has led it into a new era of impasse, re-flecting the fragility of the current international disorder. The article assesses how the Mexican delegation made use of the means at its disposal in order to overcome the aforementioned difficulties and promote the priorities set by Mexican diplomacy, as well as the national interest. Overall, a positive balance can be struck of an active participation and modest achievements.