La regulación de la inteligencia artificial (IA) surge como respuesta a la necesidad de proteger los derechos fundamentales en un entorno de rápida innovación tecnológica. La Unión Europea ha liderado este esfuerzo con su Reglamento de IA, estableciendo un marco que busca equilibrar la protección de los derechos con el desarrollo tecnológico. Este modelo contrasta con la postura más fragmentada de Estados Unidos y la regulación marco de República Dominicana. Se espera que, en el mediano plazo, los gobiernos elaboren convenios y normativas que impacten a todos los actores involucrados en la IA, desde desarrolladores hasta reguladores y usuarios.