Justina Šumilova
La fragmentación es un fenómeno común en el mundo posmoderno, sin embargo, existe una falta de investigaciones consistentes sobre su impacto en la sociedad. En el postestructuralismo, la fragmentación se entiende principalmente como la ruptura de estructuras e identidades unificadas, desafiando las ideas tradicionales de totalidad, coherencia y unidad. La fragmentación no es intrínsecamente negativa ni positiva, y constituye un tema prevalente e importante en los escritos postestructuralistas. Esta investigación busca explorar el concepto de fragmentación en el discurso del postestructuralismo. El artículo presenta varios puntos. En primer lugar, se analiza cómo, en la filosofía de Derrida, la fragmentación actúa como un proceso límite o fronterizo, permitiendo a los individuos crear sus identidades. Las ideas de Derrida se relacionan con Mil Mesetas de Deleuze y Guattari, donde argumentan que la fragmentación influye en la formación de la identidad y que esta se produce a través de la diferencia. Por el contrario, en su obra El Anti-Edipo, Deleuze y Guattari vinculan la fragmentación con el capitalismo, asociándola con el aislamiento, la atomización y la pérdida de unidad. El Anti-Edipo también sugiere que el capitalismo da lugar a identidades fluidas, impidiendo la formación de una totalidad. Además, el artículo revela cómo Lyotard asocia la fragmentación con el conocimiento y la performatividad, sugiriendo que su fracturación impide la creación de grandes narrativas, lo que conduce a la fragmentación. La perspectiva de Guy Debord relaciona la fragmentación con la sociedad del espectáculo, lo que resulta en la atomización del significado y el conocimiento. Por lo tanto, la fragmentación se vincula en el postestructuralismo con la producción de significado, el capitalismo, la alienación y la producción de conocimiento.