Ana Valle Padilla
La invasión rusa de Ucrania en 2022 intensificó el conflicto iniciado en 2014, lo que hizo aumentar la preocupación por la seguridad energética de Europa por su dependencia del gas natural ruso. Tres de los cuatro gasoductos que suministraban gas ruso a Europa eran objeto de especial inquietud: Nord Stream (1 y 2), Yamal-Europa y el sistema de tránsito de Ucrania, a través de los cuales llegaba gas a Alemania, Polonia y Ucrania, respectivamente.El presente artículo analiza las relaciones de Rusia con estos países desde las perspectivas del realismo y el liberalismo, examinando cómo ambas teorías interpretan la geopolítica energética. Mientras que Polonia y Ucrania tratan el gas ruso desde la teoría del realismo ofensivo y consideran su dependencia como una vulnerabilidad estratégica, Alemania ha adoptado tradicionalmente la postura propia del liberalismo institucional y percibe el gas como un bien comercial que fomenta la estabilidad.Los hechos muestran las diferencias en las percepciones del gas natural, los gasoductos y la relación con Rusia, así como las estrategias energéticas nacionales, y cómo estas diferencias no impidieron la interrupción del suministro de gas, lo que causó que el realismo ofensivo se erigiera como el enfoque interpretativo dominante. Esto ha dado lugar a un nuevo mapa de gasoductos y a una nueva política hacia Rusia
The Russian invasion of Ukraine in 2022 intensified the conflict that began in 2014, raising concerns regarding Europe’s energy security due to its dependence on Russian natural gas. Three of the four pipelines supplying Russian gas to Europe were of particular concern: Nord Stream (1 and 2), Yamal-Europe and the Ukrainian Transmission System, piping gas to Germany, Poland and Ukraine, respectively.This article analyses Russia’s relations with these countries from the perspectives of realism and liberalism, examining how both theories interpret energy geopolitics. While Poland and Ukraine treat Russian gas from the perspective of offensive realism and view their dependence as a strategic vulnerability, Germany has traditionally adopted the stance of institutional liberalism, and perceives gas as a commercial good that promotes stability.The facts shed light on the differences in perceptions of natural gas, pipelines and the relationship with Russia, as well as national energy strategies, and how these differences did not prevent the disruption of gas supplies, with offensive realism emerging as the dominant interpretative approach. This has led to a new pipeline map and a new policy towards Russia.