La etnografía (y la etnografía del lenguaje en particular) constituye un enfoque creativo que se adapta a las nuevas condiciones que encuentra, como es el caso de la mediación digital. Si bien en los entornos digitales las premisas metodológicas del estudio etnográfico del lenguaje se van redefiniendo a partir de ciertos desafíos, también aparecen nuevas posibilidades, siempre en el marco de un compromiso teórico y analítico que supone estudiar densamente la acción social desde el entramado en línea/fuera de línea. Ilustraré lo anterior a partir de dos casos de mis propias investigaciones. El primero remite a una escena glotopolítica producida en la interacción entre medios tradicionales peruanos y redes sociales durante la pandemia, en la que estuve directamente involucrada como observadora participante. El segundo aborda cómo los datos en espacios digitales son fundamentales para enriquecer el estudio etnográfico fuera de línea, cuando se trata de comprender procesos sociales en curso que trascienden estudios localizados. El foco en ambos casos estará en las prácticas del lenguaje como acciones que se van desplegando en trayectorias de eventos, y no como textos, con el objetivo de entender la producción semiótica de la diferencia y la consecuencia que esto tiene en materia de desigualdad.
Ethnography (and language ethnography in particular) is a creative approach that adapts to the new conditions it encounters, as is the case of digital mediation. Although in digital environments the methodological premises of the ethnographic study of language are being redefined based on certain challenges, new possibilities also appear, always within the framework of a theoretical and analytical commitment that involves a dense study of social action from the online/offline entanglement. I will illustrate this with two cases from my own research. The first refers to a glotopolitical scene produced in the interaction between traditional Peruvian media and social networks during the pandemic, in which I was directly involved as a participant observer. The second one addresses how data in digital spaces are fundamental to enrich offline ethnographic research, when it comes to understanding ongoing social processes that transcend localized studies. The focus in both cases will be on language practices as actions unfolding in trajectories of events, rather than as texts, with the aim of understanding the semiotic production of difference and the consequence this has on inequality.