Reino Unido
Para un significativo número de empresas y organizaciones, el modelo de negocio en línea basado en el «pago o consentimiento» no es meramente una opción, sino un pilar fundamental para mantener su viabilidad. Este esquema se percibe, en muchos casos, como la única vía concebible, al menos por el momento, para rentabilizar los recursos invertidos en la prestación de productos o servicios a sus usuarios, quienes a menudo son también calificados como interesados en materia de protección de datos. No obstante, cuando este consentimiento se asocia al tratamiento de datos personales para la prestación de publicidad personalizada, la polémica está servida. La razón es clara: se trata de una materia altamente regulada, cuyas exigencias de cumplimiento normativo resultan especialmente complejas. De hecho, el ICO, al igual que otras Autoridades de Protección de Datos en Europa, tienen estas prácticas en su punto de mira. Sin embargo, su foco trasciende a la mera la supervisión. El ICO, comprometido con el impulso de la economía digital, respalda estas iniciativas mediante la publicación de comunicados, guías y la promoción de entornos de prueba como su sandbox. Aunque este respaldo no elimina las dificultades inherentes al cumplimiento normativo, sí ofrece a las grandes plataformas ciertos visos de viabilidad, en particular cuando se contemplan alternativas como la publicidad contextual.
For a substantial number of businesses and organisations, the online business model predicated on «pay or consent» is not merely an optional framework, but a fundamental pillar for their sustained viability. This schema is currently widely regarded as the only viable method of monetizing the resources invested in providing products or services to users, who are often classified as data subjects under data protection law. Nonetheless, when such consent is tied to the processing of personal data for the purposes of personalised advertising, it becomes a source of considerable controversy. The reason is clear: this is a highly regulated area, with compliance requirements that are particularly complex. In fact, the ICO, along with other Data Protection Authorities in Europe, has placed these practices under close scrutiny. However, the ICO’s focus extends beyond mere supervision. Committed to fostering the digital economy, it supports such initiatives through statements, guidance, and the promotion of testing environments such as its sandbox. While this support does not eliminate the inherent challenges of regulatory compliance, it does offer major platforms a degree of viability, particularly when alternatives such as contextual advertising are considered.