Habitualmente se ha considerado a Bitcoin como un fenómeno estrictamente vinculado al derecho de las nuevas tecnologías, al ámbito regulatorio o al derecho penal. Sin embargo, Bitcoin es una invención que altera de forma fundamental las bases del derecho patrimonial civil como lo hemos conocido durante siglos. En efecto, Bitcoin ha creado algo desconocido hasta la fecha: un bien susceptible de generar derechos reales, ejercitable erga omnes, y que proporciona una suerte de propiedad absoluta que no puede ser arrebatada por la fuerza a su titular sin su consentimiento. En otras palabras, se trata de un bien inembargable por naturaleza que socava la soberanía estatal y la traslada al individuo de una forma nunca vista. Al ser un bien inembargable de facto sin el consentimiento del tenedor, Bitcoin presenta importantes desafíos de cara a la ejecución de sentencias, así como en la celebración de contratos, que puede eventualmente requerir que la sociedad deba adaptarse y encontrar nuevos mecanismos a la hora de negociar contratos y reclamar responsabilidad civil.
Bitcoin has usually been considered a phenomenon strictly linked to the law of new technologies, regulatory law, or criminal law. However, Bitcoin is an invention that fundamentally alters the foundations of civil property law as we have known it for centuries. Indeed, Bitcoin has created something hitherto unknown: an asset that can generate rights in rem, enforceable erga omnes, and which provides a kind of absolute property that cannot be forcibly taken away from its owner without its consent. In other words, it is a property that is by nature unseizable, which undermines state sovereignty and transfers it to the individual in a way never seen before. As a de facto unseizable asset without the user’s consent, Bitcoin presents significant challenges for the enforcement of judgments and the conclusion of contracts, which may ultimately require society to adapt and find new mechanism for negotiating contracts and claiming civil liability.