Es muy probable que, por razones distintas, a Borges le hubiese gustado dialogar con algunos de los primeros filósofos, en especial con Zenón de Elea y con Platón. En el caso de Zenón, refutador de la “realidad real” que se apoya en el espacio y en el tiempo, Borges encontró un verdadero “compañero de ruta” y dedicó dos artículos de Discusión a sus paradojas. El caso de Platón es diferente, ya que lo utilizó como un ejemplo de su propia “evolución” filosófica, pues pasó de una crítica despiadada de su teoría de las Ideas en Historia de la eternidad, donde se presentan como “piezas de museo”, a un verdadero elogio de su carácter dinámico y vital en la segunda edición de la misma obra, treinta años después.
It is very likely that Borges would have liked, for different reasons, to engage in conversation with some of the early philosophers, especially with Zeno of Elea and Plato. In the case of Zeno, the rebutter of “real reality” which relies on space and time, Borges found a true “fellow traveler”, and devoted two articles of Discusión to his paradoxes. The case of Plato is different, since he used him as an example of his own philo-sophical “evolution”, as he went from a merciless criticism of his theory of Ideas in Historia de la eternidad, where they are presented as “museum pieces”, to a true praise of their dynamic and vital character in the second edition of the same work, thirty years later.