El presente artículo examina cómo el principio de no criminalización de las víctimas de trata de personas y explotación, fundamentado en el derecho internacional de los derechos humanos, se traslada a la teoría del delito. Para ello, se parte del papel que desempeña la dogmática penal, especialmente desde la academia, en la aplicación judicial del derecho penal.
Desde esta perspectiva, se analiza la construcción de la norma penal en su dimensión argumentativa y comunicativa, enfatizando dos aspectos clave: el destinatario de la norma y su contenido. En este contexto, se cuestiona la ubicación tradicional de la imputabilidad y la exigibilidad de otra conducta en la culpabilidad, así como la distinción entre tipicidad y antijuridicidad. Se caracteriza la trata de personas y la explotación como fenómenos que implican relaciones de dominio o control sobre la víctima y se fundamenta el principio de no criminalización en la necesidad de su protección, conforme a lo establecido en el Protocolo de Palermo.
Finalmente, se concluye que este principio implica la aplicación de un supuesto de inexigibilidad penal individual que impide al Estado considerar a la víctima de trata como destinataria de la norma penal, lo que tiene repercusiones directas en el proceso penal y en la protección de sus derechos.
This article examines how the principle of non-criminalization of victims of human trafficking and exploitation, based on international human rights law, is transferred to criminal theory. It begins by analyzing the role of criminal dogmatics, particularly within academia, in the judicial application of criminal law. From this perspective, the construction of criminal norms is examined in its argumentative and communicative dimensions, emphasizing two key aspects: the norm’s recipient and its content. In this context, the traditional positioning of imputability and the requirement of alternative conduct within culpability is questioned, as well as the distinction between typicity and unlawfulness. Human trafficking and exploitation are characterized as phenomena involving relationships of dominance or control over victims, and the principle of non-criminalization is justified based on the need for their protection, as established in the PalermoProtocol. Finally, it is concluded that this principle entails the application of a case of individual non-exigibility, preventing the State from addressing trafficking victims as recipients of criminal norms, which has direct implications for criminal proceedings and the protection of their rights.