El escrito interpreta aspectos antropológicos sobre la violencia sexual ejercida contra el cuerpo de las mujeres desde una perspectiva garantista de los derechos humanos, con énfasis en el funcionamiento inadecuado del sistema penal y sus consecuencias en el proceso de los agresores sexuales para aceptar la responsabilidad de sus actos con la sociedad. Se parte de un diseño metodológico hermenéutico que emplea estándares internacionales (CADH) y jurisprudencia de la Corte IDH, así como literatura especializada en derechos humanos, género y sistema penal. Se plantea propuesta reformista de la institución carcelaria donde los agresores sexuales desplieguen el derecho a la libertad de pensamiento y de expresión como mecanismo de aceptación de la responsabilidad interpersonal que tienen con la sociedad.