Tratando de responder la incógnita ¿cómo desempaquetar el cerebro?, partimos de una verdad educativa tradicional. En el periodo de la Ilustración (siglo XVIII), Jean-Jacques Rousseau, considerado como el descubridor del niño, en su obra Emilio, o De la educación ([1762]2016), tratado político y filosófico, pide que, junto al desarrollo de la inteligencia, el entendimiento y la razón, se atienda también a los sentimientos, las emociones, los impulsos, es decir, a la raíz misma de la vida y a la vida misma en toda su integridad. Sostiene además que el hombre es bueno por naturaleza, mientras convive en una sociedad inevitablemente corrupta en la que se requiere que a este se le enseñe a ser sobre todo hombre. En sus propias palabras: “El oficio que quiero enseñarle es el oficio de vivir. Reconozco que cuando salga de mis manos no será ni magistrado ni militar ni sacerdote: será primero hombre” (p. 36). Con todo, los cambios históricos ocurridos en la sociedad de ese tiempo permitieron un ambiente social más compatible con las organizaciones educativas.