Valencia, España
Los datos actuales sobre esclavitud contemporánea indican un constante aumento del trabajo forzoso que está presente en un alto porcentaje de los productos que se consumen en los países del G20 y que se radica particularmente en los eslabones más bajos de las Cadenas Globales de Valor. Frente a esta situación y desde hace dos décadas, un neo-abolicionismo está tomando forma tanto en normas estatales basadas en mecanismos de transparencia como en normas supranacionales, concretadas en medidas comerciales. Con el Reglamento (UE) 2024/3015 de 27 de noviembre de 2024 por el que se prohíben en el mercado de la Unión los productos realizados con trabajo forzoso, la Unión Europea optó por la adopción de una estrategia de lucha contra el trabajo forzoso basada en restricciones comerciales, siguiendo la línea marcada por los Estados Unidos. Sin embargo, este enfoque neo-abolicionista de la UE abandona el marco de los Derechos Humanos en favor de una estrategia estrictamente comercial. Como estrategia, resulta insuficiente, ya que no prioriza los derechos de las personas sometidas a trabajo forzoso. La norma omite medidas esenciales como el acceso a la justicia, la reparación o la incorporación de perspectivas de género e interseccionales. Al no centrarse en las personas afectadas, no aborda de manera efectiva las raíces del problema. Además, no fomenta soluciones basadas en la responsabilidad de los actores económicos que emplean esta práctica para maximizar sus beneficios. Un enfoque eficaz debe integrar principios de derechos humanos y garantizar la protección de las víctimas.
Current data on contemporary slavery shows a constant increase in forced labor, which is present in a significant percentage of the products consumed in G20 countries. This practice is particularly concentrated in the lowest tiers of Global Value Chains. In response to this situation, a «neo-abolitionism» has been taking shape over the past two decades, both through state-level norms based on transparency mechanisms and supranational regulations implemented as trade measures. With Regulation (EU) 2024/3015 of the European Parliament and of the Council of 27 November 2024 on prohibiting products made with forced labour on the Union market, the European Union adopted a strategy to combat forced labor based on trade restrictions, following the lead of the United States. However, this neo-abolitionist approach by the EU departs from a human rights framework in favor of a strictly commercial strategy. As a strategy, it proves insufficient as it fails to prioritize the rights of individuals subjected to forced labor. The regulation omits essential measures such as access to justice, reparations, or the inclusion of gender and intersectional perspectives. By neglecting to focus on the affected individuals, it does not effectively address the root causes of the problem. Moreover, it does not promote solutions that hold economic actors accountable for employing such practices to maximize their profits. An effective approach must integrate human rights principles and ensure the protection of victims.