La sobrerregulación constituye un importante obstáculo para el desempeño económico de las empresas y quiebra la unidad de mercado. La proliferación normativa y la existencia de un marco regulatorio complejo obliga a las empresas a destinar una cantidad considerable de recursos al cumplimiento de la cambiante y extensa normativa, lo que limita la inversión, la innovación y el crecimiento empresarial. Esta sobrecarga regulatoria, especialmente perjudicial para las pequeñas y medianas empresas, genera incertidumbre y desconfianza, desincentivando la creación de nuevos negocios. Para mejorar la competitividad y el bienestar económico, es fundamental simplificar y estabilizar las normativas, asegurando su claridad y previsibilidad.