Francisco Marín Castán, magistrado del Tribunal Supremo, deja, con su jubilación, un legado significativo en la judicatura española, caracterizado por su defensa de la justicia social, la independencia judicial y la protección de los derechos de los consumidores. Su trabajo en el Tribunal Supremo, especialmente en temas de derecho civil, lo convirtió en un referente de ética y responsabilidad en un contexto de tensiones políticas y sociales crecientes. Marín Castán supo integrar las exigencias del derecho europeo con la realidad española, adaptando sus decisiones para proteger a los sectores más vulnerables sin perder el rigor jurídico. Además, su compromiso con la imparcialidad y la autonomía del poder judicial lo consolidó como defensor de la separación de poderes frente a presiones externas.