Esta autobiografía es una crónica sobria de los peores momentos de la historia de España en el siglo xx. Traza la vida de un hombre que, habiendo padecido la guerra y la posguerra como hijo de derrotado, se incorpora desde su juventud a la lucha antifranquista en el PCE, pasa ocho años en el penal de Burgos y, reintegrado a la vida civil, continúa con su militancia en el ámbito cultural hasta hoy. El libro es muy revelador de esa paradoja que se da en el activismo comunista contra el franquismo: aquellos que, de haber triunfado, hubieran instaurado una dictadura similar a la que combatían, al ser derrotados, simbolizan la lucha por las libertades democráticas.