La irrupción de las llamadas empresas recuperadas por los trabajadores (ERT) en la Argentina durante la gran crisis de diciembre de 2001 llamó la atención, local e internacional, sobre un proceso que se había ido desarrollando silenciosamente durante los diez años anteriores, y que reconocía orígenes en la tradición de las ocupaciones de fábrica por el movimiento obrero argentino durante décadas.