El movimiento obrero y el sindicalismo internacional han impulsado la reducción de la jornada laboral desde sus inicios para mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la clase trabajadora. La reducción del tiempo de trabajo sin disminución salarial, como mecanismo para la redistribución de la riqueza, es una demanda del movimiento obrero desde la primera Revolución Industrial. Aunque los avances técnicos impulsaban el crecimiento de la economía y la productividad, no se creaba el empleo suficiente ante el aumento del desempleo. Por eso la lucha del movimiento obrero por la reducción del tiempo de trabajo incorporó el objetivo del reparto del empleo, formulado como "trabajar menos para trabajar todos". Actualmente, las patronales españolas, pese a su participación en el diálogo social, se oponen a la anunciada ley de las 37 ,5 horas semanales pactada por el Gobierno progresista con UGT y CCOO.