El derecho a una jornada laboral limitada es una conquista histórica del movimiento obrero. España fue pionera en 1919, cuando se establecieron las 8 horas diarias, marcando un hito en Europa. En 1983 se redujo la jornada a 40 horas semanales, pero desde entonces no ha habido avances significativos, a pesar de los enormes cambios económicos y sociales. Hoy, con un aumento del 30 % en la productividad desde 1990 -según la OCDE- y en plena transformación digital con la llegada de la inteligencia artificial, es más que razonable actualizar este marco para distribuir de forma más justa los beneficios del progreso, reduciendo la jornada hasta las 37 ,5 horas.