La modernidad ha situado a la novela en un difícil trance. Desde hace unas décadas se anuncia su inminente desaparición. Si bien los argumentos para ello son confusos, pareciera que el género no puede resistir la dinámica de la contingencia y del nuevo signo de los tiempos. Por cierto, la creación novelística persiste; es la utilización de la ficción como una forma vigente de representación del mundo lo que pareciera estar en cuestionamiento. La novela lo ha asumido y se ha desplazado en diversas direcciones. Esta búsqueda, que constituye su razón de ser, ha tomado diversas formas, que son las que se pueden apreciar en la hora actual.