Gonzalo Ibáñez S.M
Maritain constituye sin duda el representante más conspicuo del grupo de pensadores cristianos que, en los últimos dos siglos, han tratado de acercar las ideas llamadas "modernas" (las de Hobbes, Locke, Rousseau, Kanty otros) y aquellas que constituyen el marco natural en el que armoniosamente se inserta el mensaje cristiano; en especial, las ideas de Santo Tomás de Aquino. Lo propio de esa "modernidad" lo constituye la exaltación del hombre, de la persona hasta hacer de ella un centro absoluto, un fin para sí misma. De ahí que se la considere provista de una serie de atributos, de poderes y libertades para hacer o exigir todo aquello que estime conveniente para obtener los fines que cada una, libremente, se ha fijado. Es la versión moderna del término derecho. La organización social, en esta hipótesis, es vista como un marco para que cada uno obtenga la satisfacción de sus intereses más preciados. Ella no supone una estructura básica, natural, de validez extra voluntaria. Todo en la sociedad, su constitución y sus normas, es fruto de un pacto social cuyo contenido queda entregado a la voluntad de los asociados. Maritain, que inicialmente atacó y con dureza estas ideas, cambia de manera sustantiva. Poco a poco se va emparentando con ellas, configurando una doctrina que él y sus seguidores llamarán "personalismo". Las dificultades a que ésta se enfrenta son similares a las que encontraron en su camino los autores antes mencionados.