Juan Pablo Illanes
El concepto de desarrollo social, a pesar de sus imprecisiones, se emplea en forma cada vez más generalizada. Probablemente este hecho refleja el interés de estudiar el desarrollo más allá de sus dimensiones propiamente económicas. Sin embargo, surge una dificultad seria con tal enfoque: el problema de la medición. Los múltiples indicadores en uso, entre los cuales se cuentan las tasas de mortalidad y otros relacionados con la salud, no han sido validados sistemáticamente para esos propósitos, y al menos en la literatura médica, el problema no ha sido reconocido. La validación de una medida exige una definición bastante más rigurosa del concepto de la que se tiene hasta ahora y requiere, además, de un programa coherente de investigaciones interrelacionadas, que apliquen distintos métodos de validación. El examen cualitativo del valor de los indicadores tradicionales de salud como medidas de desarrollo indica que históricamente ellos han sido un reflejo de las condiciones generales de bienestar social. A pesar de la creencia generalizada sobre la capacidad de influir selectivamente sobre la mortalidad mediante la intervención médica, no ha podido demostrarse que el efecto supuesto de la medicina sea importante en este campo. Los datos nacionales y latinoamericanos que se analizan tienden a confirmar que las tasas de mortalidad forman parte de una compleja red de fenómenos sociales de la cual sería arbitrario separarlas. Consideraciones prácticas y económicas favorecerían el empleo de los indicadores tradicionales de salud como medidas del desarrollo social, pero es necesario un esfuerzo sistemático por estimar su validez.