El gasto social lleva consigo desincentivos a la producción tanto a los grupos que lo financian como a los que se benefician de él. Por otra parte, mientras mayor sea el gasto social, beneficiando a grupos menos necesitados, su beneficio neto marginal será menor, puesto que sustituirá esfuerzos de los propios beneficiarios. Por ello, no siempre es conveniente aumentar el gasto social; existe un monto óptimo que no debe excederse. El es el que iguale el beneficio marginal al costo marginal de la acción social. Además, el gasto social debe estar racionalizado, vale decir, debe constituir inversión en capital humano y dirigirse exclusivamente a quienes se encuentren por debajo de una cierta "línea de pobreza". Aplicados estos criterios al caso chileno actual, sería posible reorientar importantes recursos hacia la inversión. Ello permitiría aumentar la tasa promedio anual de crecimiento del PGB, para el período 1984-1990, entre 0,9 y 2,5 puntos porcentuales, con lo cual se podrían lograr tasas de desempleo a 1990 entre 4,3 y 12,9 puntos porcentuales más bajas que lasque cabe esperar en ese año proyectando la situación actual. Así, optimizar el monto del gasto social y racionalizarlo, podría permitir solucionar completamente el problema del desempleo y, a la vez, continuar avanzando aceleradamente en las metas sociales.