Cataluña dispone, para los siglos VIII a X de un legado documental notable, integrado básicamente por escrituras privadas relativas a la propiedad o el dominio de explotaciones agrarias y a las rentas y servicios laborales exigidos por los terratenientes a sus respectivos payeses. Las fuentes documentales altomedievales catalanas no constituyen, en la medida en que sólo reflejan directamente producción de alimentos e indirectamente su consumo unas vías de información expresivas para analizar los «productos de la tierra». No permiten distinguir, entre la amplia gama de componentes de las dietas cotidianas de los campesinos y de los estamentos privilegiados de cada región, las viandas ordinarias de las de especial calidad, las genéricas de las especificas de cada comarca. La consolidación del Feudalismo, en los siglos XI-XIII, provocó, entre otras cosas, una multiplicación de la documentación.. Los establecimientos de tierras y los memoriales de censos -menos concisos que en la etapa anterior- contienen, al registrar los pagos en especie efectuados periódicamente por los payeses a sus señores, una información de gran valor a la hora de establecer un inventario somero, a escala comarcal, de los productos agropecuarios de alta calidad, los que más interesaban a los poderosos. Muy interesantes son también las cuentas de gastos de los castillos, las primeras fuentes documentales que reflejan directamente la estructura cualitativa del sistema alimentario de los estamentos privilegiados.