El librecambismo postula la naturaleza pacífica del intercambio mercantil, el dulce comercio de Montesquieu. Sin embargo, no existen prácticas leales entre lobos y corderos. En la mundialización de la economía la miseria del Sur se vuelve ahora contra el Norte que ve como se hacen trizas sectores enteros de su tejido industrial. Mientras, el Sur como tal no experimenta beneficio alguno del caos creciente en las reglas del comercio internacional.