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Silvio Pérez
Alguna vez se dijo que la tecnología reemplazaría al profesor. Esto, afortunadamente no es cierto, aún cuando sabemos de ejemplos donde las computadoras actúan y desarrollan programas educativos completos sin la asistencia humana.
Hasta 1990, investigaciones realizadas en Estados Unidos durante dos décadas y conducidas por equipos pertenecientes al The Wall Street Journal, mostraron que la instrucción asistida por computadora producía al menos treinta por ciento más aprendizaje, en cuarenta por ciento menos del tiempo a un treinta por ciento menos del costo, al compararla con la educación tradicional. Diferentes investigaciones mostraron otras ciento veinticinco tecnologías y métodos que probaron, al menos, doblar la productividad de la educación, produciendo -en la mayoría de los casos- el doble de aprendizaje por cada unidad de trabajo, costo o tiempo. Estas herramientas, así como también el VHS, la televisión e incluso el teléfono, están casi totalmente ausentes de los procesos educativos. La revolución tecnológica a la que estamos sujetos está transformando por completo las tareas de aprendizaje y de facilitación del aprendizaje en la sociedad moderna. Como resultado, el modelo tradicional que se ha implantado en Latinoamérica, luego de haber sido importado, del profesor dictando clases en un salón encerrado en cuatro paredes, tendrá, para este Siglo XXI, una duración como la tuvo la del zapatero que iba de pueblo en pueblo vendiendo sus zapatos al principio del Siglo XX.
